miércoles, 24 de noviembre de 2010

Madera- ceniza- humo

Han pasado casi veinte años desde aquel día.
No recuerdo muy bien las caras, ni se era un día soleado o nuboso. Solo la sensación flotando, como a manera de humo. Llenando el espacio, entrando por poros y vasos capilares.
Esa sudoración fría, previa al anuncio de una mala noticia.
Que será de aquellas personas, como habrá seguido el curso de sus días. ¿Estarán aún vivos? ¿Pensarán ellos también en mí?
Que idea se habrán formado de todo.
Me gustaría sentir sus risas, sus pausas. El silencio compartido.
Decirles que todos nos equivocamos. Aquí solo queda un gran “yo” con muchos rostros. Transfiguraciones de una esencia. Tranquilidad… serenidad…
Ser y estar son dos expresiones para un mismo concepto.
Para “ser” hay que “estar” y para “estar” hay que “ser”.
Algo simple y tan difícil al mismo tiempo.
“ser” es saber ¿quién? ¿Por qué? ¿Para qué?, mientras que “estar”es acompasar al “tiempo”.
Es entenderse junto con el río. Es el lugar a ocupar.
Es mi decisión dentro de todo el abanico posible.
Es verdad que a veces nos salimos del estar y andamos deambulando por ahí. Perdidos, tratando de entender. Pero cuando volvemos a él nos sentimos en casa. Felices aún en el dolor. Tristes aún en el festejo. Pero tranquilos de “estar” con nuestro “ser”…

Tin-cho

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